Hoy os propongo una idea muy divertida para trabajar con los peques la lateralidad, se trata de un cuento motor muy divertido, con el que los niños/as se lo pasan genial porque son ellos mismos los protagonistas de la historia.
Las partes que están entre paréntesis son las distintas actividades que hay que ir haciendo a la vez que se va contando el cuento.Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros cuando lo hicimos en clase.
“La
fiesta en el zoo”
Hoy era un día muy especial, los
niños de la clase amarilla iban a ir
de excursión al zoológico, pero como estaba muy lejos tuvieron que viajar en
muchos vehículos; en primer lugar fueron caminando por un camino muy estrecho
(van caminando por encima de un banco), después se montaron en avión (los niños
hacen que vuelan) y por último viajaron en un tren (los niños se ponen uno
detrás de otro formando el tren). Cuando llegaron al zoo todos se sorprendieron
(ponen cara de sorpresa) porque se dieron cuenta de que no era un zoológico
normal, ¡Habían llegado al “Gran zoológico mágico”!
Lo curioso de este sitio es que
allí no había ningún animal, o al menos aparentemente. Así que todos se
pusieron muy tristes (los niños ponen cara de tristeza) y empezaron a buscarlos
por todas partes; miraron debajo de las rocas (miran debajo de las
colchonetas), buscaron detrás de los árboles (buscan detrás de las puertas),
hasta saltaron para ver por encima la vaya a ver si se habían escondido (todos
saltan), pero seguían sin encontrar nada, ¡No había ni un sólo animal!
Así que los niños se pusieron a
protestar y a gritar, ¿Dónde están los animales?, ¡Queremos ver a los leones!,
¡Y a las jirafas! (todos gritan los animales que quieren ver).
De repente el profesor vio un
letrero que decía: ¡Bienvenidos al zoológico mágico! cierra los ojos, piensa
en un animal y este aparecerá. Todos muy incrédulos se echaron a reír (todos reímos).
Pero por si acaso decidieron probar, así que cerraron los ojos y dijeron:
¡Jirafas! (todos decimos jirafas con los ojos cerrados). Y al abrirlos en el
recinto de enfrente de ellos aparecieron varias jirafas, eran muy altas y
caminaban con el cuello muy estirado (caminamos como si fuéramos jirafas con el
cuello y los brazos levantados). Todos los niños saltaron de alegría
(expresamos alegría) y se fueron corriendo hacia una piscina enorme, que
también estaba vacía, pero todos se pusieron de acuerdo y cerraron los ojos a
la vez que dijeron: ¡Delfines! (imitamos lo que dice la narración). Y ante sus
ojos comenzaron a nadar cinco preciosos delfines (hacemos que nadamos) que
empezaron a dar volteretas por toda la piscina (realizamos la croqueta en las
colchonetas azules). Bravo, aplaudieron todos los niños (todos aplaudimos).
Desde allí se podía observar un
edificio redondo que les llamó la atención, así que fueron hacia allí sin
perder tiempo. Cuando llegaron se dieron cuenta que hacía un poco de frío (hacemos
que tiritamos de frío), todo estaba cubierto de hielo y eso les hizo cerrar los
ojos y gritar: ¡Pingüinos! Al instante aparecieron un montón de pingüinos que
caminaban con los pies planos y las alas pegadas a su cuerpo (todos imitamos a
los pingüinos).
Siguieron caminando y encontraron
un sitio con una red en el techo, que la profesora les dijo que sería para que
no se escaparan volando los pájaros, pero allí no había ninguno. Así que
cerraron los ojos y gritaron: ¡Pájaros! Y un centenar de pájaros comenzaron a
volar sobre ellos (todos hacemos que volamos). Había de todos los colores,
rojos, azules, verdes,… unos tenían unas alas enormes (hacemos el gesto de
tener unas alas enormes) y otros por el contrario eran pequeños (nos
agachamos). Pero todos eran preciosos.
Al final del camino llegaron a un
gran auditorio, donde ninguno sabía exactamente qué animal podían pensar, así
que cerraron los ojos y cada uno dijo el animal que quería ver. De repente a
algunos niños les salió una peluca grande y se convirtieron en leones, a otros
les salieron cuernos y eran vacas, a otros les salieron unas orejas grandes, eran los conejos,… (Irán realizando gestos y onomatopeyas de cada uno de los
animales que se nombran). Entonces una animada música empezó a sonar y los
“animales” se pusieron a bailar (se pone una canción y que bailen libremente).
Fue una fiesta muy divertida,
pero como todo, se termina. Así que los niños volvieron a casa con una gran alegría
deseando volver a visitar ese Gran zoo, que les hizo bailar.
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